El caballo andaluz (oficialmente Pura Raza Española) es una
raza de caballo española originaria de Andalucía. Se trata de un caballo
ibérico de tipo barroco que está entre las razas equinas más antiguas del
mundo. En España también se le conoce comúnmente como "caballo español"
y se le denomina oficialmente "Pura Raza Española" (PRE), porque se
considera que el andaluz es el caballo español por antonomasia, a pesar de que
existen muchas otras razas equinas españolas. Sin embargo en la mayoría de
países recibe el nombre de "caballo andaluz".1 El caballo cartujano
es una de las líneas de cría más importantes de esta raza.
A lo largo de la historia el caballo andaluz ha tenido un
papel fundamental en la formación de razas equinas europeas y americanas, como
el caballo hispano-árabe, 2 hispano-bretón, 3 el frisón, el lapizan, el
kladruber, 4 el criollo, el paso fino, 5 el peruano de paso, el mustango, el
Alter Real y el lusitano.
Desde la Antigüedad los caballos de la Bética fueron muy
apreciados en el circo romano y han tenido gran fama. En la Edad Media, en la
actual Andalucía había tantos caballos que Abderramán I, el año 780, otorgaba
seguro y paz a los mozárabes granadinos mediante un pacto, que les obligaba a
pagar anualmente 10.000 onzas de oro, 10.000 libras de plata, 10.000 cabezas de
los mejores caballos.6 Durante el Califato de Córdoba fue muy importante la
yeguada de la corte de los omeyas, así como la yeguada de Almanzor y sus
jinetes bereberes. Se tiene noticia de la yeguada del califa Alhajen gracias a
la crónica en la que Iyad Iban Alfa, caballerizo del califa y zalmedina de
Medina Azahar, ensalza la calidad de los potros que anualmente se concentraban
en la almunia Amarilla, procedentes del destete de las más de 3000 yeguas que
tenía el califa en las marismas, junto a 500 sementales, en un claro paralelo
con la posterior Saca de las Yeguas.
Dada la calidad de los caballos del sur de la península
ibérica, desde el siglo XIII hasta el XIX los reyes establecieron la
prohibición de cruzar las yeguas con asnos, en Andalucía, Extremadura y Murcia,
estableciendo una "raya real" al sur de la cual estaba prohibido el
mestizaje de los équidos, para preservar su pureza.
El Reino de Córdoba fue especialmente célebre por sus
caballos. En él hubo dos linajes dedicados a la cría caballar. Los Mecía,
señores y luego condes de Santa Eufemia, fueron famosos ganaderos desde el
reinado de los Reyes Católicos, destacando en la cría de caballos tordos. Don
Rodrigo Mecía el Viejo proveyó de caballos al rey Carlos I entre 1520 y 1530 y
enseñó por mandato real a los gobernadores de Castilla su sistema de cría
aprendido de su padre Don Gonzalo. Por otro lado fueron renombrados los
caballos "guzmanes" o "Valenzuela", que tuvieron su origen
en un semental bereber que compró Luis Manrique, de la Orden de Calatrava en
Córdoba, a un tal Guzmán. A la muerte de Manrique, sus caballos pasaron por las
manos de Martín Fernández de Córdoba Ponce de León, nieto del Conde de Cabra,
quien regaló la piara al Gran Capitán que, a su vez, la dejó a Juan Valenzuela,
en cuya familia permaneció hasta ser adquirida por Luis Gómez de Figueroa. Esta
yeguada decayó irreparablemente durante la Guerra de la Independencia Española.
De esta línea de cría poseyeron caballos el duque de Osuna, el duque de Arcos,
el conde de Medellín y el duque de Medinaceli, entre otros magnates.
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